La epidemia de Ébola más grave de la historia continúa fuera de control en África occidental: a día de hoy son casi 5.000 los muertos en los tres países más afectados (Guinea, Liberia y Sierra Leona).
La respuesta internacional sigue llegando con cuentagotas, y la falta de recursos materiales y humanos está colapsando los sistemas de salud y económicos de la región.
Urge el establecimiento de más centros de tratamiento de pacientes con personal sanitario formado, así como cubrir las brechas existentes en actividades clave para el control del brote, como el seguimiento de contactos de los pacientes confirmados, la sensibilización comunitaria o los procedimientos para realizar entierros seguros.
Aunque conocen y sufren esta delicada situación cada día, desde Médicos Sin Fronteras han sido capaces de mostrarnos un caso extraordinario con el que podemos ver el futuro con esperanza:
El niño que engañó al Ébola
Mamadee, un niño de once años, baila “Azonto” mientras la multitud lo observa. Mamadee salta, se agacha, da un paso al costado, primero a la izquierda, luego a la derecha, luego a la izquierda, luego a la derecha, salta de nuevo, da una vuelta, balancea sus caderas y sacude sus brazos. Y no se detiene, no se cansa.
Es difícil de creer, pero Mamadee es un paciente. Un paciente confirmado de Ébola.
El 15 de agosto Mamadee presentaba varios síntomas típicos del Ébola: náuseas, fiebre, dolor muscular, cansancio intenso, dolor abdominal y diarrea. Los médicos le trataron con multivitaminas, paracetamol, soluciones de rehidratación oral, antibióticos y medicamentos antipalúdicos, porque Mamadee también había dado positivo por malaria y fue ingresado en un centro de tratamiento de Médicos Sin Fronteras.
El 20 de agosto, la segunda prueba del Ébola resultó como se esperaba: positivo por virus de Ébola. Lo único que no encajaba en la imagen era que, mientras tanto, el joven Mamadee ya se sentía bien y andaba corriendo por ahí. Así que, a pesar de que Mamadee parecía no tener síntomas podía, teóricamente, infectar a otros.
No obstante, todos los días Mamadee contagiaba su buena actitud a los pacientes y al personal. Siempre estaba sonriente y feliz. El 4 de septiembre, la cuarta prueba de Mamadee regresó del laboratorio desde la vecina Gueckedou, en Guinea. Por fin era negativa. Mamadee salió corriendo del centro. "Estoy muy feliz hoy", señaló el joven sobreviviente, sin saber el juego mortal que acaba de ganar.
Mamadee pudo haber ganado esta partida, pero el Ébola está derrotando rápidamente a muchos otros. Desde Roberlo recomendamos ver el video de su sorprendente historia para darnos cuenta que con ayuda es posible curarse de esta enfermedad y animaros a colaborar con MSF.